lunes, mayo 01, 2006

La importancia de soñar

Este viernes echaron en la 2 un documental sobre la explotación de los niños peruanos. A una chica de 13 años, la cual tenía una madurez hablando que ya la quisiera yo, le preguntaron si se sentía pobre. Ella respondió rotundamente que no, que cómo se podría sentir pobre si tenía una educación, una vivienda y alimento…La mayoría de los chicos que sacaron en el reportaje trabajaban en condiciones extremas, sobre todo los que lo hacían en las minas, los cuales tenían deformaciones en la cara brutales, problemas de respiración por el polvo del ambiente y cuyo lugar de trabajo era de lo más claustrofóbico.
También estaban los chicos (y también mayores) que trabajaban en el vertedero. Cuando el camión de la basura llegaba, decenas de personas se apelotonaban a su alrededor con palos que le ayudaban a hacer caer al suelo kilos y más kilos de basura en medio de un descampado. Luego, su trabajo era clasificar toda esa mierda (con las manos y sin guantes, por supuesto) en productos reciclables separándolos en bolsitas, como por ejemplo los que podría utilizarse para el alimento de animales. A veces, algún chico encontraba un pantalón que se guardaba para él. Lo peor de todo, decía otra chica, era la humillación y el rechazo que provocaban en los demás tener que decir que trabajaba en el basurero.
El documental terminaba con unas palabras gloriosas: Esos chicos tenían la esperanza de que algún día dejaran esos trabajos. No habían perdido la capacidad de soñar.La capacidad de soñar. Parece una chiquillada, pero es que esa ilusión, ese autoengaño inconsciente, ese instinto de supervivencia que les hace levantarse cada día y les ciega de su triste destino, es lo más bonito que hay en sus vidas y su motivo principal para sonreir. Porque si fueran realistas y se dieran cuenta de que el mundo que les rodea posiblemente nunca cambie, quizás no les mereciera la pena vivir.
El viernes después del documental, fuimos a la feria y conocimos a un grupo de chicos. Para empezar, uno de ellos tuvo el detalle de decirme que mi móvil era una mierda. Luego me estuvo contando que se iba a su casa en moto, después de haberse trincado nosecuántos cubatas. Y por último, la última perlita que me soltó fue que cómo podía sobrevivir con una paga de 20 euros a la semana, que eso es una miseria.
Supongo que más miseria será que te paguen medio dólar por una jornada de trabajo, o que seas tan guay de coger la moto hasta tu casa con un ciego del quince, pero de esas cosas no nos damos cuenta cuando vivimos tan bien (yo tampoco suelo, el viernes no fue un día corriente).
En fín, ya se que todo esto suena a demagogia, pero me da igual porque no deja de ser la verdad. Y esque por nosequé extraña ley natural, cuanto más tenemos, más imbéciles nos volvemos.

No hay comentarios: