¿Quiénes somos los seres humanos? Hay opiniones para todos los gustos: Para muchos millones de personas, somos entidades racionales puestos aquí, en el planeta Tierra, por obra de nuestro Dios. Para otros muchos, y sin tener porqué estar relacionado directamente con creencias religiosas, más gente de la que se piensa no creen en la evolución de los simios a los humanos. Parece ser que la evolución animal va por un lado y la humana empezó por otro lado, debido a que algo tan increíble como la inteligencia no podía estar jamás vinculada con que un chimpancé sea nuestro abuelo.
También está la opinión de los que afirman rotundamente que los humanos somos los únicos seres de todo el universo habidos y por haber dotados con raciocinio. O por ejemplo, la indudable y archiconocida idea de que sólo exista un cielo para nosotros Un cielo al que nosotros sí que iremos pero no un gato, sólo por el hecho de que nosotros tenemos capacidad de razonar, y por tanto, nos monopolizamos el hecho de tener alma reduciéndose nuestras mascotas por mayoría absoluta a una simple bola de carne, hueso e instintos.
Para todos los que penséis así, aquí lanzo mi opinión:
Por suerte o por desgracia, soy bastante atea. No creo en un Dios, aunque respeto a todo el que lo hace e incluso me alegro por ellos, porque esa creencia les hace más feliz. A veces echo de menos esa sensación que tenía de pequeña de que hay algo omnipotente que cuida de mí, que me escucha por las noches y que desde el día de mi comunión ocupa una parte de mi interior, capaz incluso de saber mis pensamientos. Sin embargo, el tiempo me ha cambiado mucho las ideas, y ahora pienso en Dios como algo inventado por el hombre ante el miedo a lo desconocido. Un ejemplo típico es el de que antes, un diluvio era algo inexplicable tal y como lo conocemos ahora, por lo que resultaba fácil pensar que algo superior era quien lo provocaba cuando estaba enfadado. Igual que si ahora mismo viésemos un objeto novedoso vagando por nuestro cielo, mucha gente se agarraría de primera a la idea de que son marcianitos que vienen a por nosotros.
Volviendo al tema, la evolución del hombre forma parte de un todo que se llama “vida”. No creo que tantos años de estudios científicos se deban tomar en vano, o que tengamos un 96% de nuestro material genético como el de los chimpancés. No existen hombres y animales sino que los hombres son animales, nos guste o no, y somos cabezas pensantes, sí, pero ¿Por ello tenemos la potestad en el universo sobre todo lo demás?
La vida en nuestro planeta es tal cual gracias a un cúmulo de casualidades que vienen dándose desde sus comienzos. Todas esas casualidades son las que han hecho que tras miles de millones de años se hayan ido abriendo los abanicos de especies de seres vivos partiendo todos, supongo, del mismo rastro de vida. El universo se formó pero también se podía no haber formado; los dinosaurios se extinguieron, pero pudieron no hacerlo; al igual, nosotros existimos por puro azar, no porque nadie nos quiera tanto como para ponernos aquí, al pie del cañón. O mejor dicho (aunque suene un poco a demagogia), no existimos porque nadie odie tanto este planeta como para crear los seres que más catástrofes naturales han causado a lo largo de su historia.
Y entonces, es cuando comienzas a plantearte cosas como por ejemplo, quién somos nosotros para manipular genéticamente cualquier rastro de vida que haya dejado la madre naturaleza. Quién nos creemos para cargarnos el medio ambiente con cosas que sólo son producentes para la raza humano y que ocasiona contraproducciones para el planeta en general. Porqué nos aprovechamos de nuestra casual capacidad de razonar para hacer con el resto de los seres vivientes lo que nos viene en gana…
¿Alguna vez os habéis planteado porqué la inteligencia implica ser superior? Simplemente por el hecho de tener la ventaja respecto al resto de la naturaleza de poder hacernos esta pregunta, ya nos creemos superiores y especiales. Esa es la palabra, especiales. Nos creemos que todo va en torno a los humanos. Si algún día aterrizaran aquí extraterrestres, damos por supuesto que en los primeros seres en los que cobrarían interés seríamos nosotros. Si existe un dios, damos por hecho que sólo nos quiere a nosotros, casualmente a los únicos animales que llevamos durante miles de años alterando el transcurro natural de la vida y haciendo las cosas a nuestro modo porque parece ser que son las válidas.
El universo no se creó para los humanos. Los toros no nacieron para terminar en una plaza, ni los bosques para ser talados y convertidos en papel. Mi perro se pone triste, llora, salta de alegría, me defiende cuando estoy en peligro, pone su cabeza en mis piernas cuando me pasa algo y me pide perdón con la mirada cuando sabe que algo ha hecho mal. No sabe hablar, ni nunca se ha enamorado, ni tampoco ha inventado la rueda, pero creo que todo lo que os he contado revela que, si nosotros tenemos alma, él tiene el mismo derecho a tenerla, y seguramente mucho más buena que las nuestras. Es incapaz de alegrarse por mis desgracias, de hacerme algún daño intencionado, no me envidia, ni se ríe de mí, ni me guarda rencor, es mucho más fiel, humilde y noble que cualquier persona y aun así seguimos creyéndonos los animales más especiales de la Tierra.
De todo esto me quedo con 2 cosas. La primera, que el mayor grado de maldad, prepotencia, egoísmo y violencia gratuita (entre otros muchos más rasgos negativos) ha venido de la mano de nosotros, los humanos, y en consecuencia, de la inteligencia. Por tanto, deberíamos plantearnos si nuestra capacidad de pensar no es más que una simple ventaja que tenemos para llegar a hacer todo lo que queramos, pero quizás no sea tan maravilloso como nos creemos y realmente no compense tanto mirándolo desde fuera. Y lo segundo, que si esta ventaja recayó en nosotros no fue porque alguien con una varita nos hizo merecedores de ella, sino más bien por lo mismo que vienen ocurriendo las cosas desde la formación del universo: Por puro azar.
domingo, enero 29, 2006
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